Hablamos con la neurocirujana Yanire Sánchez, que ha capitaneado la misión que llevamos a cabo desde la Fundación Clavel a Etiopía el pasado mes de octubre.
La Dra. Yanire Sánchez es veterana en lo que a misiones se refiere. Aunque haya sido su primera vez con la Fundación Clavel, ya ha viajado como neurocirujana varias veces a África (Zanzíbar) y también a Perú. En esta ocasión acudió junto al neurocirujano Luis Gómez Perals, la anestesióloga Janet Trujillo y la enfermera instrumentista Alba Antequera.
La expedición tuvo lugar del 14 al 21 de octubre y pudieron trabajar junto al equipo de Etiopía, liderado por el neurocirujano Tewodros Aredo. La Dra. Sánchez nos cuenta cómo lo vivió.
¿Cuáles son tus sensaciones tras la misión a Etiopía?
La sensación que me quedó un poco a la vuelta es que cuando estábamos adquiriendo un vínculo nos teníamos que marchar. En ese sentido me dio un poco de pena. Me ha pasado otras veces cuando he ido a trabajar a África y es que hay un recelo al principio, son cautelosos y hasta que no te conocen no fluye. El problema es que cuando te conocen tienes dos días de trabajo. Nos hubiera gustado alargarlo un poco.
¿Cómo ha sido el trabajo con el equipo del Hospital de Adama?
Con los neurocirujanos muy bien, se dejaban asesorar, preguntaban, compartíamos casos. Quizá me faltó un poco de actitud para programar casos o tener previstos pacientes con anterioridad. Pero entiendo que África es como es y que depende un poco del traslado del paciente, de su ritmo, etc.
En cuanto al resto del equipo, con la anestesista genial, pero con los técnicos de anestesia sí fue más duro. Hubo que tener paciencia y lidiar, le pusieron las cosas difíciles a la anestesista. No se dejan asesorar y cuando se dan cuenta de que no estás allí para decirles nada malo sino para ayudar, ya te tienes que marchar.
¿Algún caso destacado que quieras compartir?
También operamos a una niña de 16 años con un tumor en la fosa posterior y hubo que colocarle primero una válvula y luego operarle sobre todo por el tema de la posición porque se les había roto el cabezal quirúrgico y no podían sujetar la cabeza. Tuvimos que inventarnos una posición para poder operarla y la verdad es que salió bastante bien. A nivel técnico fue una de las cirugías más interesantes, entre el Dr. Tewodros y yo lo sacamos adelante. Por lo que me han transmitido desde allí, la niña sigue bien.
¿Alguna otra dificultad a la que os hayáis tenido que enfrentar?
¿Qué consejo le darías a un futuro voluntario que no haya ido a África?