19/12/2020
La anestesióloga Patricia Galán, voluntaria de la Fundación Clavel, nos cuenta su experiencia en las misiones. Ella ha vivido situaciones que son la prueba de que el hecho de que el equipo médico vaya hasta allí, puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte para muchos pacientes.
¿Qué te impulsó a participar como voluntaria de la Fundación Clavel?
Siempre he querido tener alguna experiencia de cooperación internacional, pero como es complicado buscar con quién, cómo hacerlo..., nunca lo había hecho. Entonces me dieron la oportunidad de ir con ellos, los conocía de trabajar en quirófano, teníamos buen ambiente y la idea de ir allí para formar a la gente me gustó mucho. Por eso me animé a ir.
¿Cuándo y a dónde fue tu primera misión?
A Etiopía, hacer tres años.
¿Qué recuerdas de ella? ¿Algún suceso que te marcara especialmente?
Varios, la verdad es que fue duro de entrada. Aunque sabía que iban a estar mal, no sabía todo lo mal que estaban de recursos. Anestesia, además, es peculiar allí porque no son médicos, son técnicos y enfermeros. Hacen lo que pueden con lo que tienen y con el conocimiento que tienen. Con lo cual para mí es bastante frustrante.
Entonces, lo primero es el choque de que no fueran médicos o que tuvieran muy pocos recursos y luego que allí viví muchas situaciones. Un parto que me llamó mucho la atención, por no decir otra cosa. Acabó en una cesárea que fue bastante chocante porque allí no tienen lo que hay aquí, no tienen material, el niño no salió bien, no tenían cómo reanimarlo... Bueno, un compendio de cosas que me quedó grabado. También hicimos varias cirugías y más de una me marcó mucho.
Sobre todo, la de una chica joven que tuvo un accidente de tuc tuc (taxi) y que tenía una fractura torácica con los dos pulmones encharcados, es decir, un hidrotórax bilateral y venía con unos drenajes más caseros que otra cosa, con muchísimo dolor... El primer año que yo fui no había morfina, con lo cual la analgesia es nula y la chica estaba pasando muchísimo dolor. Lo que pasa que allí no se quejan porque, creo que es algo cultural, piensan que es lo que hay y no gritan, aquí gritarían. Pero me marcó mucho porque es una cosa que es muy básica aquí. Aquí pasar dolor no se contempla.
Dices que te marcó más de una cirugía, cuéntanos otro caso...
Sí, me marcaron muchos, pero otro de los que más me llamó la atención, por mi especialidad y por darme cuenta de hasta qué punto allí tienes posibilidades de sobrevivir o no, fue de una señora de 60 años. Allí una señora de 60 años es como una de 80 de aquí, es una señora mayor ya, de hecho, parecía que tenía 90, porque aquella zona es muy pobre, son campesinos...
Bueno pues una vaca le había atacado con el cuerno y tenía una herida abdominal con parte del intestino fuera. Como consecuencia de eso, tenía unas alteraciones en el electrocardiograma y en la tensión por el dolor. Pero los técnicos de anestesia de allí pensaban que tenía una cardiopatía y no se atrevían a operarla. Entonces la estaban desestimando para cirugía, es decir, se podía morir en cualquier momento, y le decían que se fuera a la capital, que creo que son casi dos horas, en transporte público para que intentara operarse allí. Obviamente no iba a llegar. Entonces los cirujanos me pidieron ayuda y decidimos llevarla a quirófano y se pudo operar. Aunque con dolor después, salió de esa. Para mí eso fue muy reconfortante porque era una señora que no tenía ninguna otra posibilidad.
No era una paciente de neurocirugía, pero es que esta señora si no se quedaba sin opciones. Porque irse en transporte público con media barriga fuera no tenía ningún tipo de sentido, porque no iba a llegar bien.
¿Entonces, también ayudáis en casos que no son de neurocirugía?
Normalmente estamos para neurocirugía y formamos para neurocirugía, pero como en anestesia están limitados en conocimiento, pues intentamos ir un poco más allá y explicar todo lo que podemos de todo. Darles unas pautas de actuación sencillas sobre prácticas fáciles. Son gente que con el conocimiento que tienen sacan adelante cirugías y procedimientos bestiales. O sea, trabajan muy bien, pero tienen la limitación que tienen.
Imagino que se suman muchos factores que hace que no sea como aquí...
Claro, además no tienen una UCI en condiciones, son una serie de cosas que te hacen entender por qué ellos no quisieran operarla y que tuvieran miedo, ellos tampoco son médicos. Entonces claro, estar allí puede cambiar el pronóstico de vida de un paciente. Igual que los de neurocirugía, es lo mismo, porque no se operarían si no va el
doctor Clavel o el doctor Català. Vienen específicamente para operarse
y si no se operan, gente con una hernia se quedaría inválida.
Comentas que en tu ámbito hay bastantes carencias, ¿cuáles son las principales?
Lo primero falta material porque tienen que reutilizar todo, incluidos los tubos de intubar y eso aquí es impensable. De material de anestesia no tienen prácticamente nada, por ejemplo, nosotros manejamos la vía aérea y no tenían nada para ello. Con lo cual muchas cirugías se suspendían porque no podían intubar a los pacientes.
Por otro lado, como decía, no son médicos y a nivel legal no se ven respaldados y tampoco tienen a veces conocimiento, así que no se atreven a hacer determinadas cirugías o no quieren entrar a determinadas patologías. Entonces algunos pacientes quedan un poco en el limbo y no se pueden operar o los envían a Adís Abeba, a la capital, pero a veces no tienen dinero para pagarse todo o a veces pues, simplemente, no llegan.
¿Y cuál crees que ha sido la mayor aportación de la Fundación Clavel en este sentido?
Yo creo que, aparte del material que hemos podido llevar, sobre todo de vía aérea, les hemos dado unos esquemas de manejo habitual. Es decir, esquematizar un poco y ser más conscientes de lo que hacen día a día, tenerlo más programado y ayudarles a que tengan menos miedo a hacer las cosas cuando las hacen. Sobre todo, en el manejo de la vía aérea.
Considero que les hemos enseñado mucho en contexto neuroquirúrgico porque ellos no tenían nada de experiencia en neurocirugía o muy poca y les hemos enseñado a no cometer errores que cometían y a que se pueda hacer una cirugía medianamente compleja de neurocirugía allí. Porque el día que llegamos era casi inviable hacerlo.
¿Cómo crees que podrían mejorar las misiones en el futuro, cuando se pueda viajar?
Sobre todo, que podamos llevar más material, básicamente, porque la verdad que toda la gente que está yendo está haciendo un trabajo bestial y desde el punto de vista de anestesia la formación es súper importante y les estamos formando un montón.
Les hemos llevado libros en pen drive, les hemos dado charlas, en el día a día no paramos de repetir... O sea, en el trabajo profesional, yo creo que todo el mundo lo está haciendo genial. Pero claro, faltan medios.
Comentaba una compañera tuya, Christel Bauló, que el problema del material es que ponen muchas trabas para llevarlo...
Muchísimas, sí. No es algo que dependa 100% de la Fundación, ni mucho menos. Pero hay una serie de productos sanitarios básicos que sí podemos aportar como son fungibles, o sea, tubos, vías, alargaderas... y allí tampoco tienen. No tienen una vía para poner medicación a los pacientes.
En relación a las medicaciones, lo mejor es enseñarles a trabajar con lo que tienen y a optimizar al máximo con esos recursos. Lo que da rabia es que el país no tenga más, que toda esa gente no pueda disfrutar de más.
¿Qué te ha aportado esta experiencia a nivel profesional y personal ser voluntaria?
A nivel profesional a trabajar de otra manera, porque aquí trabajas con otra seguridad, porque tienes todo, tienes compañeros al lado, trabajas arropado, es de otra manera. O por lo menos yo no me daba cuenta hasta que fui allí. Están muy solos y tienen muy poco material. Tienen que lidiar con situaciones de emergencia con apenas nada. Eso también es un aprendizaje para mí porque yo no estoy acostumbrada a eso.
Y a nivel personal pues a ser un poco más humilde, a ver que aquí tenemos mucha cosa y apreciarlo. Porque a veces piensas, bueno, tienes derecho a todo, a una sanidad, no sé... te quejas de cosas... Y bueno, es lógico quejarse y que intentemos mejorar siempre la sanidad y todo, pero teniendo en cuenta que somos unos privilegiados en comparación con ellos.
¿Le recomendarías a otros profesionales esta experiencia?
Sí, claro, a todo el mundo. Y de anestesia sobre todo, a gente que ya esté formada y tenga un poco de bagaje para que puedan salir de las situaciones allí. Porque claro te encuentras con que con nada tienes que salir adelante. Y sí, sin duda creo que es enriquecedor para todos.
¿Por qué consideras, según lo que has experimentado allí, que es necesario seguir haciendo estas misiones?
Porque les ofrecemos un futuro mejor, porque en ese hospital no se operaban apenas neurocirugías y ahora se operan. Cosas tan simples como una hernia discal, que aquí se opera todos los días, allí a veces supone una incapacidad porque la gente se queda sin poder caminar por una protrusión discal. Les estás dando calidad de vida, es futuro para la gente, porque son gente joven y son cirugías relativamente sencillas que aquí no suponen nada y que allí suponen una diferencia bestial.
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