Los dos primeros días hicimos muchas cirugías a niños pequeños, de válvulas y de mielomeningocele. Probablemente es de lo que más pacientes tienen, es un tema endémico por mal control durante el embarazo y el ácido fólico. Hacen hasta 8 cirugías de este tipo a la semana y a ellos se les dan muy bien. Consiste en meter el saquito de nervios que se ha quedado fuera de la columna, hacerle una bolsita y cerrarlo bien.
También hicimos tres cirugías de espalda, una fusión por vía posterior, una hernia, una laminectomía y después un tumor bastante grande cerebral, que fue bien a pesar de que tuvimos que hacerlo con la sierra. La paciente esté muy bien y en principio se va a curar, pero es un tipo de tumor que yo no veo habitualmente de ese volumen aquí, porque habitualmente la gente acude antes al hospital.
¿Alguna anécdota o caso destacado?
Sí, por ejemplo, y esto va mucho más allá de la habilidad quirúrgica, hubo un paciente que tenía una hernia cervical con mucho dolor en el brazo. El Dr. Aredo me enseñó la resonancia antes de ver al paciente y no me terminaba de cuadrar mucho porque la hernia estaba mucho más abajo, en las dorsales. Le comenté que quizá sería mejor ver al paciente primero para explorarle y tras hacerlo, vimos que lo que tenía era una patología articular del hombro, de los manguitos rotadores.
En ese momento, mi compañero anestesista y yo nos miramos y dijimos “le hacemos una infiltración”. Se la hicimos y le alivió mucho, tras unas horas le derivamos a rehabilitación. Mi impresión fue que no lo exploraron, porque, aunque parezca mentira, ya que tienen muy poca disponibilidad de las resonancias y los TAC; se fían mucho más de esta tecnología que de la exploración física. Es sorprendente porque en ese entorno yo esperaría que se potenciara la exploración, pero culturalmente está mal visto. Es decir, si tú no le pides una prueba a un paciente, no estás haciendo buena medicina.
Esto puede dar lugar a errores diagnósticos de tratamiento y a perder el tiempo porque hubiéramos ocupado un hueco de quirófano para un paciente que hubiera mejorado después de quitarle la hernia cervical. Ojo, esto pasa en todo el mundo, no pasa solo en Etiopía, pero en este caso es especialmente grave porque eran dos minutos determinar que la patología estaba en el hombro. Sobre todo, por su historia clínica, se trataba de un señor que trabajaba en el campo realizando un movimiento repetitivo con el brazo.
Es una anécdota relevante para entender cómo funcionan las cosas allí. Puede ser que ahora con la ampliación del equipo puedan dedicar más tiempo al diagnóstico.
En este sentido, se trata de un aprendizaje...
Sí, cuando sucedió esto estábamos todos y el Dr. Aredo me dio la razón. Les dije que explorar al paciente y hablar con él es lo primero, en todo el mundo. Es lo que te tiene que orientar. Aun así, te puedes equivocar, pero ahorra pruebas y problemas diagnósticos. Al final no hay que operar a la resonancia, hay que operar al paciente.
Pero bueno, hay que hacer un poco de formación en ese sentido todavía porque el conocimiento teórico lo tienen fantástico, o sea, no nos tienen nada que envidiar en ese sentido, estudian y lo hacen bien. Pero la parte que sí tenemos aquí, en España concretamente, de explorar mucho al paciente, verlo y hablar mucho con él, a ellos les cuesta más. Esto sí es algo que esperaría que con el tiempo lo vayan introduciendo, porque es un salto de calidad importante.
¿Qué otros aspectos se tienen que continuar potenciando para mejorar?
Hay muchas cosas. Mira, sería estupendo que tuvieran una lista de espera verdadera, es decir, que hubiera seguimiento de los pacientes, aunque no vayan a consultar al hospital, porque la impresión es que se olvidan de los pacientes en el momento en el que no son su problema directo. Tendría que haber un registro electrónico de las historias de los pacientes – porque ahora mismo van con la historia en papel– para no perder a esa gente que realmente necesita un tratamiento más rápido, sobre todo de oncología.
Es muy básico, pero si no aparece el paciente, no hay nadie que contacte con él ni que le pregunte. Y algunas veces no ha venido porque no puede o tiene problemas para llegar. Por eso esta es una de las cosas que me gustaría que mejoraran y que no es difícil de implementar, todos tienen ordenadores y es posible hacer una base de datos.
Por último, ¿qué aprendizajes te llevas tú de esta misión?
Cada vez que voy, cuando vuelvo, más que nada es esa apreciación de “qué bien estamos aquí”.
Y, por otro lado, lo que hemos comentado, que una buena preparación está por delante de una buena técnica, de unas buenas pruebas o un buen material. Es decir, de eso no nos tenemos que olvidar nunca, de las bases, que la tecnología no nos obnubile.
Esta capacidad que tienen ellos de sobreponerse a los problemas y de improvisar está bien en el momento agudo, pero también como contrapartida hay que dejar todo lo más preparado posible.